Hubo un tiempo en el que para mí, despertarme era la única cosa que ansiaba, salir al mundo a ver la mañana y la luz del sol al amanecer. En verano nunca me despertaba más tarde de las 10 para poder disfrutar de las horas de sol más apetecibles.
En estos momentos tengo la misma sensación que si me encontrase dentro de una pequeña caja de cristal, sin apenas espacio para respirar, donde la ansiedad por salir me consume poco a poco, desde donde puedo ver a todo el mundo sin que nadie pueda hacer nada por sacarme. Es como ese lavabo público que hay en Suiza, pero mucho más pequeño y agobiante.
Las personas a las que puedo pedirles ayuda, se empeñan en no escucharme. Las que me escuchan no pueden prestarme la ayuda que necesito.
No puedo estirar las piernas, apenas puedo mover la cabeza y el tiempo pasa mientras lo veo sin posibilidad de hacer nada por recuperarlo. Supongo que es la primavera, que me altera los nervios (los pocos que me quedan)
Me faltan un par de clases. En cuanto las dé, se pasa la racha. Mientras tanto seguiré aprendiendo alemán.
Leeloo, empezando a pensar que necesita a su psiquiatra (es que es tan guapo... ahhh!)
Lo que queda de un mal día a veces puede ser un buen recuerdo
23 abril 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Guapo eh
XDjajajaj
Mira, estate contenta de tomarte esas cosas con humor... :)
-PD- si el psiquiatra es Nich, dame un toque :P
Ahhhhhhh!!! Ya quisiera yo que fuera Nick... Si lo fuera, te juro que me hacía la loca sólo para ir a verlo (que en mi caso no sería demasiado complicado)
Publicar un comentario