Lo que queda de un mal día a veces puede ser un buen recuerdo

05 junio 2006

Un niño enano

Mis padres, cuando yo iba a nacer pensaron que yo iba a ser un niño. Un niño enano. Un Fernandito, pequeñito como mis hermanas. Pero no, les salió la cosa al revés, una niña gigante. Que le vamos a hacer, un pequeño error de cálculo que se desestimó en el momento de mi nacimiento. Me acabo de acordar de esto porque es la historia que me cuenta mi madre todos los años por mi cumpleaños. Falta mucho todavía, pero hablando con mis compañeras me he acordado de eso.
La ropa no me cabía, la habían compado del tamaño de mis hermanas mayores, nací fea y arrugada con la clavícula fuera de su sitio, había tragado líquido amniótico y estaba cocida como un repollo. Tenía la misma cara de mi abuelo Juan, el padre de mi papá, y la familia me reconocía por eso detrás del cristal del sitio donde estaban las cunas (que ahora no me acuerdo de cómo se llama), no tenía pelo y era más fea que mis cojones, más fea que cualquier niño que haya visto jamás.
Nevaba exageradamente en Cornellà de Llobregat (según cuentan) y mi tia y mis primos vinieron a ver a la longaniza que mi madre había parido. Todos allí para ver al moco.
Me acuerdo de estas historias cuando pienso en las infancias de la gente en general. He sido muy feliz en mi casa, nunca he sentido una carencia afectiva a mi alrededor, porque a pesar de algunas cosas ajenas a mi entorno familliar, he crecido dentro de una pautas de seguridad que no he perdido a día de hoy. Me gusta saber que he tenido una infancia tranquila y relajada.
No se por qué, hoy me siento un poco como cuando era pequeña, pero en la lejanía. Quiero decir, me siento segura y protegida aunque estoy lejos de casa, y me gustaría pensar que también voy a sentirme así cuando esté más lejos aún, sin miedo de sentirme sola, sin temor a no conocer a nadie, sin complejos ni dudas, y sin ningún obstáculo en mi vida en general.
Quiero sentir la independencia que te da encontrarte sola físicamente y acompañada moralmente. Porque como dijo un gran filósofo "Uno nunca está solo si está bien consigo mismo".

Leeloo, adorando a ese gran filósofo que es su padre (creo que eso ya lo he dicho otras veces, pero no me canso de repetirlo)

2 comentarios:

Nacho Betancourt dijo...

Y la longaniza se convirtio en na joven hermosa

Perraca de Utrera dijo...

Me basta con tener la certeza de que, cada mañana cuando despierte, podré volver a ver el mundo en perspectiva porque mi perro no se habrá comido mis gafas...