Lo que queda de un mal día a veces puede ser un buen recuerdo

05 junio 2007

Daños y Perjuicios

El tiempo pasa lento. Si hacemos un resumen, nos parece que hace cinco años fue ayer, pero desde esta mañana parecen haber pasado mil años. El tiempo, en pequeñas fracciones, pasa lento.
El tiempo determina a veces las reacciones de las personas, es decir, a más tiempo pasado menos parece haberse perdido. Cuando todo está perdido, se sabe, y ya no merece la pena mirar atrás. Atormentarse con el tiempo pasado no sirve para nada, solo para reavivar angustias que en el momento de existir no nos gustaban. ¿Por qué entonces, mirar atrás, o lamentar aquello que pasó, o incluso, si no fué bueno, rememorarlo?
El pasado me da un sentimiento proteccionista con algo que es mio y que nunca más dejare escapar, porque el pasado que me concierne no me resulta desagradable, pero puede hacer daño a parte de mi presente. Y no es un presente frágil, pero mi afán por la perfección me hace que no quiera que nada se tuerza.
Me gustan las cosas sencillas (por eso compro Philips (segundo parentesis para pegarme un tiro por la gilipollez)), porque no enturbian el transcurso del presente, simplifico lo que puedo. Si todo está bien, ¿porqué darle más vueltas? Cuando algo no tiene importancia, no la tiene. Es sencillo.
Mis amigos se van de granada, ya no estaremos todos juntos nunca más, y eso me duele, pero intento simplificar mi pequeño ápice de agonia pensando que en algún momento de nuestras vidas, volveremos a estar juntos. Simplificar en algunos casos es difícil, pero necesario.
Pero a veces, tengo la impresión de que debo proteger demasiado a los demás, de que debo evitar hacerles sufrir, o entrar en contacto con la tristeza, o con las cosas desagradables, intentando que conserven la inocencia de los niños, cuando aún no conocen la maldad en la que se ve envuelto el ser humano a medida que se hace adulto.
Proteger a los demás del medio sin protegerles de mi, craso error. Porque puedo ser dañina incluso para quienes no lo merecen. Ahora tengo algo muy grande que proteger, y a veces tengo miedo de que sufra, de que vea lo desagradables que son las cosas a su alrededor... algo que no tiene sentido, pues de la misma manera ha vivido en el mundo y sabe que no siempre se recibe lo que se da. Me gustaría meterlo en mi bolsillo para sacarlo sólo cuando haga buen tiempo y el sol brille, para que no pase frio, para poder abrazarlo y que se sienta protegido... me gustaría que nunca supiese que es la ansiedad ni el llanto, ni la ausencia de razonamiento, ni el abandono ni la pena... a veces soy demasiado proteccionista. Extremista, más bien.
Y después de la ducha me he puesto su pijama, mientras esperaba sola en casa a que viniera a darme un abrazo y calmara mis ganas de llorar. He querido acurrucarme en su regazo, para sentirme portegida, y con eso dejar ver que mi afán de protección también se basa en ser objeto de protección. A veces me parece taaaan grande... siento que nada puede pasar.
Quiero demasiado a todo el mundo que me es allegado, a mi extraña manera, pero los quiero. Y siento que con mi protección nunca es suficiente.

Acurrucate en mi seno...

Leeloo, engrasando el mecanismo de un futuro (casi) perfecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu estilo en blog me alegre mucho, pero me parece muy diferente de tu manera de hablar. Escribes super-rosa-grandilocuente-empalagoso. Habría supuesto algo más como: hay telaraña encima el culo del pasado. Así no puedo cagar al pasado como me guste.

Perraca de Utrera dijo...

No es rosa, es simplemente un punto de vista... todo est� donde tiene que estar, no me molesta nada en absoluto. Quiz�s es porque ya no quiero morir y porque he aprendido a no quejarme tanto ^^