Trenes y Railes

Y todo acaba casi de la misma manera que comienza... Los asientos eran casi piedras, y el sistema de ventilación, levemente precario, pero parecía no importar demasiado, porque aquello era algo que, creo, nunca antes habíamos hecho ninguno de nosotros. Pero a pesar de eso, de no saber casi ni lo que ibamos a encontrar, y probablemente de tantas otras cosas imprevistas, nos tiramos al rio, y nos montamos en ese tren, y después en el otro, y buscamos, y nos perdimos, y encontramos... probablemente cosas que no fuimos a buscar, o por lo menos algo lejanas, y que resultaron ser, como poco, divertidas. Volví a lugares que ya había visitado, pero con la diferencia de que era otro el humor que me acompañaba y otra la perspectiva con la que miraba esa ciudad. Te esperé, quizás sin mucha gana, pero lo hice, y te esperé casi con el anhelo de que no aparecieras. Y probablemente ya no nos diferenciamos tanto en eso, somos egoistas en la misma insultante cantidad, ya no somos nadie el uno para el otro, incluso mucho menos que la última vez, a pesar de esas despedidas que dan lugar a equivocos, a esas miradas, a esas intensas conversaciones sobre temas que me interesaban pero mucho más cuando eran tuyas las palabras que las describían, a esos momentos en los que parecía que yo era lo único que existía para ti (y que por supuesto tú no reparabas en destrozar para hacerme volver a la realidad). Es la resulta de una mentira que yo quise crear y tu me dejaste creer. En muy poco tiempo, he sido capaz de rectificar mis pensamientos y llegar a la conclusión de que lo único que te importa es no estar solo cuando no quieres estarlo. Pero ya no me importa nada, ni eso, ni tus subversivos comentarios acerca de vanalidades, ni nada que tenga que ver contigo.
Y ayer, por fin, eliminé el último copo de tu caspa en la hombrera de mi chaqueta. Y me lo quité allí, donde la nada me acechaba y conseguí huir. No estoy eufórica, ni alegre ni contenta ni divertida. Estoy indiferente, porque sin lugar a dudas, me la trae bien floja lo que hagas. Estoy viva, y eso me basta para saber que no me importas nada. Que te jodan.
Lo he pasado muy bien, y hoy no puedo arrastrar mi cuerpo por el suelo, ni siquiera tengo muy claro lo qué o cómo estoy escribiendo, pero me dedico a rememorar momentos, que me gustan, que me excitan o simplemente, que ocurrieron. Esta ciudad es increible, da vueltas a mi alrededor, y a veces casi pierdo el equilibro, pero me trae de cabeza. Sin palabras.

Leeloo, mas cansada que la vida.

P.D.: Por si alguien de este planeta no se ha enterado TENGO PISO y no es okupa. Y Dj Ciruelo o como sea que se llame, es mi idolo.