A veces me paro a pensar en las cosas del pasado y me invaden una serie de sensaciones que no sé describir. Sensaciones que probablemente no volvamos a sentir de la misma manera o con la misma intensidad, porque tuvieron sentido en su momento y lo perdieron cuando pasó. No me refiero a un cambio para mal, sino a todas esas cosas que tienen que ver con los instantes en que conocemos a las personas, en los que tomamos consciencia de quienes son aquellos que tenemos alrededor. Los momentos en los que conocemos a personas que sabemos que van a dejar una impronta en lo más profundo de nuestros sentimientos y que sabemos que nunca van a dejar de ser especiales para nosotros.
Aclarando dudas y dejando de hablar de una forma abstracta, quiero decir que con esto me refiero a situaciones que viví en los primero días de mi segundo año académico en Granada. Me refiero a todo lo que viví los primeros días en la residencia el año pasado. Puede parecer una chorrada que me acuerde de estas cosas ahora, cuando ha pasado tanto tiempo, y más teniendo en cuenta la cantidad de cosas buenas que experimenté a partir de la mitad del curso, como conocer a Chistie con todas sus consecuencias (ja ja!), o decidir que iba a vivir con las que son ahora mis compañeras de piso (las mejores que podría haber encontrado, sin ninguna duda).
Me refiero al trocito de historia que se repite una vez más (en honor a Propellerheads jaja!), a esa parte de nuestras vidas que se fue sin avisar y que un día cualquiera vuelve por la cara dejándonos completamente perplejos y que irremediablemente nos invade de una euforia difícilmente controlable.
Vale, fin del acertijo. El pasado sábado mi compi Anorrixi salió. Abandonó los solitarios parajes de mi piso para ir a dar con sus huesos en Mae West. Fue, vio y triunfó. En algún lugar de esa inmensa discoteca estaba él. Aquel que un día desapareció y dejó un hueco en nuestras vidas. Luís. ¡¡¡Luís estaba allí!!! Cabrón!!!!! Donde te has metido todo este puto tiempo!!!????
No puedo redimir mis ganas de matarte!!!!! Te hemos echado tanto de menos… Pero reza por tu vida, porque ahora te hemos vuelto a ver, te hemos encontrado y no vamos a parar hasta que vuelvas a pasar interminables horas de charla trascendental con nosotras. No vamos a para hasta que vengas a pasar fines de semana al piso. No pararemos hasta que nos hagas una actualización completa de tu vida desde hace un año exacto que no sabemos de ti. Porque te queremos tanto que te hemos odiado por habernos abandonado. Y ya sabes que odiar a alguien es prestarle demasiada atención.
Estoy eufórica y ansiosa. No nos abandones más tío, que ya es bastante duro para nosotras no haber sabido nada de ti como para volver a soportar esa pérdida tan soberanamente jodida. No hay palabras para expresar lo que siento.
Sólo sé que volver a verte significa volver a quererte, pero ahora más que antes. Porque nadie sabe bien lo que tiene hasta que lo pierde. Y nada se aprovecha más que lo que se perdió y se recupera de manera inesperada.
Millones de besos. No los compartas.
Lo que queda de un mal día a veces puede ser un buen recuerdo
17 febrero 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario