Lo que queda de un mal día a veces puede ser un buen recuerdo

27 mayo 2006

100% de Posibilidades

La vida da muchas vueltas, Tantas que al final incluso acabamos mareándonos. Exiten pues, momentos en los que entre vuelta y vuelta parece que todo pierde el sentido. Lo que se ve entre vueltas es el vómito que resulta de las revoluciones a las que nos vemos sometidos, de manera que nos encontramos con la resulta mezclada de todos los actos que hemos cometido durante el tiempo transcurrido. Lo que vemos entre las vueltas que damos no es más que un paréntesis que se da en el momento en el que alguna de las vueltas se para en seco para que nos demos cuenta de lo que en realidad significa este movimiento giratorio. Las posibilidades de volver a empezar a dar vueltas son del 100%. Excepto en caso de defunción del sujeto expuesto a la fuerza centrífuga.
Damos vueltas y vueltas hasta que acambamos cansados, pero sin esperanzas de poder parar, porque no nos queda más remedio que seguir actando, seguir metabolizando nuestros propios actos para que den lugar a productos depurados de la existencia. Yo jamás me había planteado esto, hasta hoy. A pesar de ser una verdad aplastante, nunca había sido objeto de mis refexiones. A veces nos pasan cosas que, a pesar de estar alejadas de toda realidad, empiezan a formar parte de nuestro mundo interior de una manera modificada, porque somos humanos, y porque a la gente como yo lo que más le gusta es vivir de ilusión.
El pensamiento de que eres tú y no otro el que debería llenar mi existencia empezó hace poco a dar vueltas en mi cabeza, y aunque sepa que sería lo mejor, también sé que no es lo correcto. No se como actuar ahora, porque los vínculos que nos unen han sido extraños desde un principio, y a pesar de que eres lo más parecido a mi por la cantidad de cosas en común que tenemos, me cuesta trabajo pensar que en realidad estoy tan lejos todavía de aclarar lo que siento. No quiero caer en otro agujero negro de vueltas interninables y momentos de caida hacia la nada. No quiero, me resisto a caer en la vulgaridad. A pesar de vivir en ella sin apenas darme cuenta.
No se que hacer contigo... pero el único remedio que me queda es no hacer nada y esperar, a ver si por lo menos cuando vuelva a verte, las cosas siguen como siempre y soy capáz de mirarte a la cara sin sonrojarme. Hay un 50% de posibilidades. El resto se convierte en duda... y vueltas, muchas vueltas.

Leeloo, entrando en un estado de locura transitiva, que puede durar hasta el fin de los días.

1 comentario:

Perraca de Utrera dijo...

Viendo lo visto, es cierto que está peor visto abandonar a un perro o una mascota que a una pareja. Pero la experiencia me dice que un perro se come tus gafas, tus zapatos y tu ropa, pero no tu dignidad. Un perrro o un gato te hace compañía por las noches, se echa al lado de tu cama sin esperar nada a cambio, vigila que nada malo te pase, que no te falte la compañía cuando estas sola en tu casa. A pesar de ser un animal, a veces su comportamiento es más humano que el de muchas personas. Mi perra se comió mis gafas, pero nunca ha mordido mis sentimientos, destroza mis zapatos pero no rasga mis sentimientos cuando estoy mal, agujerea mi ropa pero no arranca mi corazón sin miramientos. Está peor visto abandonar a tu perro porque él jamás hace nada lo suficientemente fuerte como para ponertelo a huevo a la hora de olvidarlo. Maravilla de la condición humana es también pues, el hecho de que existan tamaños hijos de puta por ahí sueltos. Y eso que a mi no me gusta mucho mi perro...